El fuera de campo
Cine
El fuera de campo
Así como el silencio dice cosas, lo que no se ve es un recurso poderosísimo al narrar una escena o una historia.
El fuera de campo es todo lo que está sucediendo fuera de nuestro campo visual. Es el conjunto de personajes, cosas, acciones y sonidos que forman parte de la escena, pero que no salen en la pantalla.
En toda disciplina artística en general y en toda narración de una historia en particular, hay algo que siempre funciona: hacer participar la imaginación del espectador. Siempre es mejor insinuar que mostrar abiertamente, siempre es mejor sugerir o connotar que denotar. Y para ello, el fuera de campo es un recurso muy efectivo: la información es poca pero suficiente para que la imaginación la complete. Y entonces el espectador ya no observa imágenes sino que las crea.
Tan poderosa es la imaginación, que el fuera de campo se ha convertido casi desde los orígenes del cine de terror en un recurso fundamental: nos da miedo más el monstruo que podemos imaginar que el que vemos realmente. Nos da más miedo la inminencia de la aparición del peligro que el peligro mismo. En la escena más famosa film Tiburón (Steven Spielberg, 1975), nunca vemos al tiburón.
También podemos pensar en el maestro de la sugerencia y uno de los más grandes directores de comedia: Ernst Lubitsch, famoso por sus puertas cerradas que obligan al espectador a recrear lo que sucede detrás. Uno de los grandes cineastas y críticos de la historia, François Truffaut, elogia su trabajo así: “Si nos quedamos fuera de la puerta de una habitación cuando todo ocurre dentro, si nos quedamos en el “office” cuando la acción ocurre en el salón, y en el salón cuando tiene lugar en la escalera, y en el teléfono cuando sucede en la bodega, es porque Lubitsch se ha roto la cabeza para permitir a los espectadores construir por sí mismos, con él, el guión mientras ven la película proyectada”.
Pero hay más: el fuera de campo no sólo obliga a participar al espectador con su imaginación, sino que también, por lo general ayudado por el sonido y especialmente por la música, es una herramienta decisiva para manipular las emociones de dicho espectador.
Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras. También podríamos decir entonces que una imaginación vale más que mil imágenes.
Imagen: en la escena de apertura de Tiburón (S. Spielberg, 1975), vemos a la joven Chrissie nadar, pero lo más importante está en el fuera de campo, asociado al dramatismo y la tensión que aporta la música, que activa nuestra imaginación y nos enfrenta a la inminencia de algo horroroso.
Aquí tienes el video de la escena (clic sobre el título para verlo): Tiburón (S. Spielberg, 1975)
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