El red herring

El red herring

Cine

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El red herring

 

Un red herring es un rastro falso, una pista falsa, que desorienta al lector o espectador de una obra, desvía su atención y le hace tomar conclusiones equivocadas.

Se dice que se denomina así a los rastros falsos que planta un escritor, porque con los arenques ahumados (que toman un color rosado o rojizo y tienen un aroma muy fuerte) se tapaban rastros y se confundía a los perros sabuesos en su adiestramiento. Tal vez sea un mito, no se ha comprobado la veracidad de esta teoría, pero suena pintoresca.

¿Cuál es el sentido de confundir al lector? Bueno, tal vez el sentido no sea tanto el de confundir como el de jugar con su mente.

En el género de misterio, por ejemplo, el espectador intenta todo el tiempo resolver el caso. Si quien ha escrito la historia sólo le da pistas o rastros verdaderos, es muy probable que el lector resuelva el enigma antes que el protagonista, o que cuando llegue la resolución ésta no tenga nada de espectacular. El haber sido distraído por una o varias pistas falsas, hacen que el giro final y la resolución de una historia resulten a ese lector/espectador más inesperadas, más sorprendentes.

Para que una historia tenga un final insospechado, pues hay que plantar red herrings para que las sospechas sigan senderos equivocados. No hay obra de misterio sin red herring.

También puede funcionar muy bien en el género del suspense. En este género, el que tiene la información es el espectador y la ansiedad en éste se produce porque el protagonista no se da cuenta de la verdad y los peligros que lo acechan. Un red herring puede hacer dudar al espectador de cuánta de la información que cree saber es cierta, y eso puede generarle aún más ansiedad.

En otros géneros también puede funcionar para distraer la atención y causar más impacto. Si vemos una película de terror, sabemos que va a pasar algo terrorífico, pero el impacto es mayor si nos desvían la atención y eso terrorífico sucede en el lugar menos probable o del modo menos pensado.

Dos consideraciones: por lo general este recurso funciona mejor y desorienta más, cuando además de convencer al lector de una pista falsa, también convence al personaje o a los personajes de la historia.

También es importante que cuando se devela el red herring haya una explicación sólida que lo justifique, que no quede como algo muy caprichoso: el lector no debe sentirse desilusionado por el escritor embaucador, sino que debe sentir su propia imaginación fue cómplice del engaño, que no se dio cuenta de la verdad por sacar conclusiones apresuradas .

Ahora bien, además de una lógica tramposa en la estructura de la obra (lo que sería un red herring estructural) también puede ser pista falsa un pequeño detalle puesto ahí “descuidadamente”.

Los lectores y espectadores observamos una historia con la lógica de lo que se llama “el arma de Chéjov”: si hay un elemento en una obra, si se lo muestra o se lo menciona, debe tener una función. Esa es una “regla” de la narrativa y nuestra experiencia nos hace ver una obra de esa manera. Y esa estructura mental puede ser engañada entonces fácilmente con un pequeño detalle: el lector/espectador se pasa de inteligente y sospecha que el escritor lo ha puesto ahí porque tiene una conexión con la resolución del problema, cuando la intención puede ser la contraria.

Incluso si pensamos en en lo segundo, el no saber si nos están dando una pista verdadera o una falsa, provoca cierta ansiedad que funciona involucrando aún más al espectador de todas maneras.

Por último, un ejemplo que no podemos dejar de comentar, donde el escritor juega con el lector es el del libro El código da Vinci: la trama nos lleva a estar convencidos de que el obisto Manuel Aringarosa es la mente detrás de la conspiración eclesiástica. Cuando se devela que no es así, no sólo se justifican los hechos que nos han llevado por la pista falsa, dando el giro que la historia necesita, sino que ahora nos damos cuenta de que su nombre, Aringarosa, en italiano quiere decir “arenque rosado”. El escritor nos venía advirtiendo que nos estaba engañando.

 

Imagen: Alfred Molina interpreta al obispo Manuel Aringarosa (arenque rosado) en el film The Da Vinci Code (El código Da Vinci, Ron Howard, 2006), basado en el libro de Dan Brown.

 

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