La consagración del emperador Napoleón.
Historias detrás de las obras de arte.
La consagración del emperador Napoleón y la coronación de la emperatriz Josefina (1805/07). Jacques-Louis David.
Estamos ante uno de los cuadros más espectaculares, más imponentes, de toda la historia del arte.
Es imponente por su enorme tamaño (6,29 m x 9,79m), pero también por el grado de detallismo y por la espectacularidad de la mismísima ceremonia de consagración de Napoleón como emperador (1804).
Una obra que a Jacques-Louis David le lleva unos dos años terminar (la termina 3 años después del evento).
Un cuadro que además está lleno de particularidades curiosas, ya que algunos hechos han sido tergiversados (para dar un ejemplo: la presencia de la madre de Napoleón, que en realidad se ha negado a estar presente ya que desaprueba a Josefina).
Pero para curiosidades, vayamos a la más importante, basada en un hecho que sí es real: la obra, en principio, es bocetada para representar el momento más importante de la ceremonia, que no es el que vemos (vemos cuando Napoleón corona a Josefina). El momento más espectacular del evento es cuando Napoleón se proclama emperador, no dejando que el Papa le coloque la corona sino que se la coloca él mismo.
Obviamente, es un gesto de mostrar su independencia de la Iglesia, de detentar un poder que estaría “por encima de Dios”.
Hay versiones que cuentan que le arrebata la corona al Papa en el momento, humillándolo, pero hay otras que dicen que ya se había acordado que el Papa entregaría la corona a Napoleón para que éste se la colocara a sí mismo (y el momento fuera menos provocativo para la Iglesia).
Ahora, bien. Podemos preguntarnos entonces por qué el cuadro representa esta escena de Napoleón coronando a Josefina y no la más emblemática y atractiva, la de él coronándose a sí mismo. La explicación es simple, pero empecemos con un dato esencial del pintor.
Antes de convertirse en el pintor “oficial” de Napoleón, David es el “pintor de la Revolución Francesa”. Por eso es el pintor más representativo del neoclasicismo (movimiento que reemplaza justamente al “aristocrático” rococó). Y no sólo se rebela contra el “decorativismo y la superficialidad” del rococó (así se lo considera luego de la Revolución), sino que está convencido de que el arte debe difundir ideales éticos como la Revolución.
Es por ello que no debe extrañarnos que él mismo haya propuesto cambiar los primeros bocetos con Napoleón autocoronándose, por un acto menos arrogante, que es el de coronar a la emperatriz.
Napoleón queda fascinado con el resultado. Son conocidas sus palabras: “¡Qué alivio, qué veracidad! Esto no es una pintura: uno camina en esta imagen”.
Años después, Napoleón comentará que, en realidad, el cambio que estamos relatando ha nacido en intrigas (maniobras, ardides) de la mismísima Josefina.
Si quieres leer sobre temas relacionados, te recomendamos algunos links:
La pintura neoclásica, en 5 puntos.
David y El juramento de los Horacios.
El neoclasicismo y los nuevos ideales.
El secreto de la belleza clásica, en una frase de Ingres.
La gran odalisca, de Ingres, y un recurso que inspirará a Picasso.
Recuerda que también puedes encontrar más material utilizando el buscador de la página.

4 comentarios
Marcos Iaffa Sancho · 20 septiembre, 2021 a las 8:16 pm
Napoleon se autoproclama Emperador, para salvar a la Republica…vaya falacia y adoptan conones esteticos de la antiguedad ateniense para enseñar un apego a la democracia en la que no creian ni practicaban. Asi nacio el ascenso al poder de la burguesia. El paso siguiente fue el intento de conquistar la europa decadente que la Revolucion Francesa habia señalado.
David se impregna totalmente de estos nuevos conceptos y le sirve fielmente.
Es un cuadro extraordinario.
Carola · 7 julio, 2021 a las 10:31 pm
Expresión máxima de arte!! Gracias por socializar
Angel Diaz Rojas · 6 julio, 2020 a las 2:53 am
Interesante la historia
Dinorah Padron Salas · 16 diciembre, 2019 a las 1:58 pm
Me encanta todo lo q publican