Buster Keaton
Cine
El humor de Buster Keaton
Buster Keaton es uno de los artistas bien representativos de lo que es el humor físico (el humor que se impone en la época donde las películas son mudas y no se puede hacer reír con palabras). Pero el suyo se distingue del de los demás comediantes debido a dos características que ponen a este artista junto a Chaplin (otros dirán “cerca de Chaplin”), a la hora de hablar de los más grandes de toda la historia del cine.
Esas dos características clave que hacen único a su humor desopilante son:
. Por un lado, Buster Keaton nunca sonríe (ni siquiera lo hace fuera de la pantalla, en su vida cotidiana) así como su rostro tampoco transmite emociones acordes con la situación. Esto hace que sus personajes, por lo general desgraciados, tragicómicos, enfrentan los disparatados infortunios con total inexpresividad. Por eso mismo, lo llaman The Great Stone Face (El Gran Cara de Piedra). Él mismo comenta, en una entrevista al final de su carrera, cuándo y cómo descubre el potencial de ese recurso: “Bueno, verás, eso lo aprendí en el escenario. Si me reía de lo que hacía, el público no lo hacía. Entonces, cuando entré a hacer películas, no sonreír era algo mecánico para mí”.
Keaton ha trabajado como artista de variedades en el teatro, con sus padres, haciendo mímica y acrobacias desde muy pequeño. Es evidente que, con una infancia en la que su hogar es el propio teatro con el que va de un lado al otro, el joven Keaton sabe con qué hacer reír al público y con qué no. Cuando llega al mundo del cine con 21 años, tiene toda una vida de experiencia, ya es un veterano del humor.
. La segunda clave de su humor son las acrobacias, pero acrobacias por momentos infartantes. Keaton genera escenas deslumbrantes por su despliegue de habilidad física, muchas veces de alto riesgo, sin efectos especiales, sin ilusiones ópticas y sin dobles de riesgo. Tengamos en cuenta que, justamente, el humor de estos años es humor físico, y por momentos Keaton hace cosas físicamente casi imposibles o peligrosísimas (muchas veces corre realmente riesgo su vida, y en otras queda decididamente machucado). A la comicidad, Keaton le agrega con esas acrobacias emociones bien primarias como el asombro y el miedo, verdaderos valores agregados que le suman intensidad a las escenas. Este dato es fundamental para ver sus cortos y películas hoy: esas escenas asombrosas nos pueden resultar comunes desde hace décadas, debido a los dobles de riesgo y a los efectos especiales, pero cuando entendemos que Keaton lo está haciendo y no sabe si va a terminar la escena entero, ahí es donde apreciamos todavía más su talento. Y por eso mismo nos reímos todavía más.
Comparar a Buster Keaton con Chaplin: un sinsentido inevitable
Podemos decir que el humor de Keaton y el de Chaplin son distintos. Cada cual brilla en lo suyo. Cada uno de ellos es admirado por distintas cualidades y es difícil para quienes conocen a ambos decidirse por quién ha sido el mejor (si acaso eso fuera importante).
El punto fundamental es comprender el hecho que contribuye enormemente a que la carrera de Chaplin sea mucho más exitosa: si bien Chaplin es más simpático (es sonriente y conmovedor, con sus historias ya no desgraciadas sino trágicas), lo que pone de su lado una cuestión afectiva, lo crucial para su carrera es que no se deja marginar por el cine sonoro y siempre contará con algo fundamental: su libertad creativa. Chaplin siempre ha pensado que hay que ser independiente porque las productoras que pueden emplearlo a uno también pueden acabar con la carrera de uno. Y debido a esa manera de pensar, se convierte en uno de los fundadores, en 1919, de la productura United Artists, por lo que toda su vida podrá hacer lo que su intuición, su fabulosa creatividad y sus ganas le dicten.
A Keaton, en cambio, la llegada del cine sonoro le resulta una tragedia. Hasta ese momento, cuando a Keaton se le ocurre la idea para un corto o un largometraje, deja los detalles del guión a sus colaboradores. El guión es lo de menos. Lo importante son las escenas de humor y a eso se dedica casi exclusivamente. Una frase suya es: “La historia de una película puedes escribirla en una postal”.
Pero cuando llega el cine sonoro, éste llega con la palabra. Y entonces el guión se vuelve relevante. Lo gestual, lo físico, pasa a ser accesorio de la palabra, pasa a un segundo plano. Se imponen el humor de situaciones de las comedias de enredos y el humor de los diálogos. Se pierde la frescura de la improvisación.
Buster Keaton, empleado de una productora, sin autonomía para dejarse llevar adonde la intuición y la creatividad le indican, va quedando marginado y se va hundiendo emocionalmente. Sus intentos para adaptarse al cine sonoro no son fructíferos. Y durante un par de décadas se va apagando, hasta que en los años cincuenta se vuelven a proyectar los viejos films mudos. A partir de ese “milagro”, Keaton recupera su popularidad y ya nunca dejará de ser reivindicado con un lugar entre los más grandes.
Es que su humor no tiene fecha de vencimiento.
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Momentos inolvidables del cine: Seven Chances (Siete ocasiones, Buster Keaton, 1925).
Momentos inolvidables del cine: The Cameraman (El cameraman, Buster Keaton/E. Sedgwick, 1928).
Charles Chaplin y su personaje Charlot.
La comedia física (slapstick).
El humor de Laurel y Hardy (El Gordo y el Flaco).
La primera comedia de la historia del cine.
Línea de tiempo con la historia del cine.
La screwball comedy (absurdo y enredos).
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