Kokoschka, perfecto ejemplo del retrato expresionista.
“Seis cuadros. Un concepto”.
El retrato expresionista no “copia” las características físicas del retratado, sino que las distorsiona (lo que llamamos “distorsión emotiva”) para transmitir sus rasgos psicológicos, sus rasgos espirituales, sus emociones, su sentir.
En esa distorsión de la imagen, el retrato se vuelve incluso más vivo, más real.
El austríaco Oskar Kokoscha es uno de los ejemplos más claros de este tipo de retrato (también podemos pensar en Egon Schiele y en Soutine). Lo gracioso es que, al principio de su carrera, en esa búsqueda de la personalidad de sus retratados, de su inconsciente, de su “aura”, al utilizar esa distorsión emotiva termina decepcionando a sus clientes. Muchos de los ellos, luego de observarse espantados, rechazan el trabajo del artista, ofendidos e incluso acusándolo de atacar su reputación.
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El retrato expresionista de Soutine.
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