Valentín el Sin Huesos.
Historias detrás de las obras de arte.
Valentín el Sin Huesos, protagonista de cuadros y carteles de Lautrec.
Cuando escuchamos la palabra cancán, la imagen que se nos viene a la mente es una cuadrilla (grupo de 4) de mujeres que bailan levantando sus piernas mirando en dirección al público y revoleando sus faldas (justamente, “cancán” quiere decir “escándalo”).
Lo interesante es que originalmente era una danza para parejas. Y que también en las cuadrillas había hombres.
El cancán es parte del alma de la Belle Époque, un emblema del cabaret Moulin Rouge. El cancán no puede entonces estar ausente en la obra de Lautrec, tanto en sus cuadros como en sus carteles que terminan siendo considerados obras de arte. Y en esos cuadros y carteles de Lautrec del Moulin Rouge y del cancán, encontramos que hay un personaje masculino que aparece una y otra vez: se trata de Valentín el Sin Huesos (Valentin le Désossé).
Alguien que lleva ese apodo, es sin duda alguna alguien que tiene una elasticidad inusual para la contorsión y el paso de baile.
Extremadamente delgado y con ese perfil de nariz aguileña y mentón “importante” como retrata Lautrec cada vez, Valentín es un comerciante de vinos que se convierte en uno de los más admirados personajes del París nocturno. Y, obviamente, también el bailarín más admirado de aquellos años. Incluso, en el Moulin Rouge, es compañero de baile de La Goulue, la “reina” de ese cabaret (hasta 1895, cuando decide marcharse y es reemplazada por Jane Avril).
En sus memorias, Jane Avril describe así al Sin Huesos: “Valentín, de verdadero nombre Jules Renaudin, es hoy la personalidad más interesante de los bailes públicos. Un hombre alto y delgado, flotando en su levita negra; un rostro calvo marcado por la longitud de su nariz, oscurecido por la delgadez de sus ojos; máscara triste. La fecha de su debut es a una edad respetable, sin privarlo de su vigor físico o su prestigio con las mujeres. Los hombres lo adoran, y las jovencitas lo adoran. Es como el gran maestro de los caballeros de la Place Blanche (una plaza que está frente al Moulin Rouge)”.
La leyenda cuenta que ha bailado miles de veces para el deleite del público en el Moulin Rouge. También cuenta que jamás cobró por ello. “Es para mi placer”, decía el Sin Huesos.
Imagen: La danza (1890). Henri de Toulouse-Lautrec.
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La Bélle Époque retratada por Lautrec.
El Montmartre de Maurice Utrillo.
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1 comentario
Guillermo lopez · 25 noviembre, 2019 a las 9:24 am
Interesante los detalles tras bastidores de los personajes que nutren a los artistas.