La catedral de Rouen.
Historias detrás de las obras de arte.
La catedral de Rouen, el portal bajo el sol matinal, armonía en azul (1894). Claude Monet.
El impresionismo intenta capturar el instante, la impresión, el modo en que fugazmente nuestro ojo percibe las cosas gracias a la luz y las condiciones atmosféricas.
Monet, para llevar esta búsqueda al extremo, tiene la idea de hacer series. Series en las que representa un mismo lugar o las mismas cosas en distintos momentos del día.
Así pinta la serie de los almiares (especie de pajares al aire libre) y la serie de los famosos nenúfares. Y entre ambas, tenemos las catedrales.
Este tipo de obras, que son tan importantes para el impresionismo, casi sin darse cuenta terminan siendo el inicio de la abstracción.
Hay quienes consideran a los nenúfares (debido a la ausencia por momentos de formas reconocibles, debido a ser puro color) como el principio de la abstracción. Sin embargo, Kandinsky, el iniciador “consciente” de la abstracción, se da cuenta de que puede “representarse un objeto sin pintar específicamente ese objeto” cuando ve un almiar de Monet y tiene que leer el catálogo para entender de qué se trata la obra. Es tan decisiva para él esa experiencia, que más adelante sugerirá que se lo considere el primer cuadro abstracto.
La serie de la fachada de la catedral de Rouen es considerada el punto más alto del impresionismo. Sería algo así como “el impresionismo en su estado puro”.
Monet nos muestra una catedral gótica a diversas horas del día, con diferentes estados de la luz y variados efectos atmosféricos.
Pero por supuesto que es imposible pintar lo suficientemente rápido para captar el instante. Lo que hace Monet es trabajar en varios cuadros a la vez. Y cuando llega el momento del día que representa uno de esos cuadros, trabaja entonces en ése. Cuando llega el momento del día representado en otro, trabaja en ese otro. Y así va avanzando.
Se trata de una tarea difícil, titánica, en la que se tarda mucho en ver los resultados. Monet tarda en toda la empresa dos años. Obtiene desde 5 puntos de vista diferentes 31 lienzos en total, muchos de los cuales tiene que terminar en su taller, de memoria.
En definitiva, pensemos que la catedral no es más que una excusa para mostrar a la verdadera protagonista de la composición (y de todas las obras pictóricas, según Monet): la luz. La luz que es capaz de dar vida a algo inanimado (y paradójicamente lúgubre), como puede ser la fachada de una catedral gótica.
La luz está reinventando el color.
Y esto dice Monet un tiempo antes de tomarse el trabajo de pintar la serie: “Cuanto más viejo me hago, más cuenta me doy de que tengo que trabajar mucho para reproducir lo que busco: lo instantáneo, la influencia de la atmósfera sobre las cosas y la luz esparcida por todas partes”.
Si quieres leer sobre temas relacionados, te recomendamos algunos links:
Seis cuadros de Monet y sus catedrales.
Los nenúfares de la Orangerie.
Kandinsky y el Almiar de Monet.
Recuerda que también puedes encontrar más material utilizando el buscador de la página.
2 comentarios
Ana María Garicoits · 18 noviembre, 2022 a las 12:33 am
Gracias por invitar a compartir cultura
Héctor Rubén Ocampo Montero · 7 enero, 2022 a las 10:01 pm
Me agradaría recibir la inf., a mi correo. Muchas gracias