El canto de la alondra.

Historias detrás de las obras de arte.

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El canto de la alondra (1884). Jules Breton.

 

La primera impresión que solemos tener ante una obra obra de Jules Breton como ésta, es que se trata de una obra de Millet (el pintor de El ángelus o Las espigadoras). Si bien ambos son de los primeros pintores en enaltecer y dignificar la vida de los campesinos (los ubicamos en el realismo), entre ambos hay una diferencia: Jules Breton es más idealista, más poético, más sentimental, se preocupa más por lograr una belleza estética que por la belleza “de lo verdadero”, cuando Millet representa un realismo que podríamos definir como “más crudo”.

Cuando uno se encuentra con El canto de la alondra en el Instituto de Arte de Chicago (uno de los museos más importantes de los Estados Unidos y el mundo), debajo de la mínima reseña que suele haber junto a cada obra, hay otra reseña que cuenta una historia sorprendente, y que llama la atención porque está ilustrada con la foto de un actor famoso. La historia es ésta:

El canto de la alondra es votada en 1934 como “la más popular en los Estados Unidos,” en un concurso patrocinado por el Chicago Daily News. Resultado dado a conocer por la mismísima primera dama, Eleanor Roosvelt.

Su fama no irá en ascenso, todo lo contrario, pero ocho décadas después vuelve a ser noticia cuando Bill Murray, en una conferencia de prensa, cuenta cómo una vez, cuando joven, esta pintura lo convenció de no suicidarse.

Su primera experiencia sobre un escenario había sido desastrosa, al punto que se sintió desesperado y decidió matarse, para lo que se encaminó rumbo al lago. Poco antes de llegar, pasó junto al Instituto de Arte de Chicago y entró (por nada en especial, él cuenta graciosamente que en su situación no era racional nada de lo que hacía). En el museo se encontró con una obra de la que no conocía al autor, pero que siempre le había gustado: la pintura de una campesina que, como diría el actor “no tenía demasiadas perspectivas en su vida”. A pesar de ello, estaba amaneciendo y cada amanecer podía significar una nueva oportunidad.

Él pensó entonces que él también tendría nuevas oportunidades mientras el sol volviera a salir. Abandonó la idea de tirarse al lago, dejó que el sol volviera a salir, y vaya si tuvo nuevas oportunidades.

Decididamente, Jules Breton lograba ese “efecto conmovedor” que tanto buscaba en cada obra.

 

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El comienzo del realismo como movimiento.

Después de la revolución del realismo, otro paso decisivo hacia la modernidad: El Salón de los Rechazados de 1863.

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3 comentarios

Leonor Leiva Abarca · 25 noviembre, 2019 a las 7:35 pm

Muestra la sensibilidad al escuchar esos bellos gorjeos, que la dejan apartarse se su trabajo,para sumirse en la belleza.

edward pacheco · 27 junio, 2019 a las 7:29 pm

excelente expositor. Van Gogh fue su admirador!!!!!

Carolina Taboada · 25 junio, 2019 a las 9:11 am

Me parece muy fascinante el mundo del arte

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