El Café Guerbois
Historias
El Café Guerbois
La primera exposición del grupo de jóvenes al que se los tildará de “impresionistas” (de manera despectiva), recién será en 1874.
Ahora estamos en 1866. Todavía el impresionismo no existe como tal, pero se está gestando.
Édouard Manet se ha convertido en héroe de los jóvenes artistas que han visto su Almuerzo sobre la hierba en el Salón de los Rechazados, en 1863. Los jóvenes se han entusiasmado a partir de ese deslumbramiento con la idea de pintar “la realidad” ¿A qué se refieren con la realidad? A pintar lo que el propio artista ve, y no lo que le enseñan en la academia sobre cómo se deben ver las cosas.
Ahora, esos pintores forman farte de este grupo liderado por su héroe, en el que se debate sobre arte y se alimentan las nuevas ideas. Por momentos, el lugar de reunión es el taller mismo de Manet, en el barrio de Batignolles (por eso se los llama Grupo de Batignolles). O también, jueves y domingos, se encuentran en el café Guerbois (ubicado en la Avenida Clichy, que en ese entonces se llama Grande Rue des Batignolles).
A las tertulias (así se les llama a este tipo de reuniones donde la gente se junta periódicamente a debatir el tema que los nuclea) en el Café Guerbois, concurren Manet, Monet, Renoir, Bazille, Sisley, Degas, Fantin-Latour, Cézanne, Pissarro. Pero también son protagonistas de estas míticas y encendidas reuniones otros intelectuales y figuras de las artes y la cultura, como por ejemplo el fotógrafo Nadar, el escritor Émile Zola y el escritor y crítico Edmond Duranty. Duranty es recordado porque a partir de una crítica la obra de Manet, pone tan furioso al pintor que éste lo golpea y lo desafía a batirse a duelo. Un duelo que se ejecuta a la mañana siguiente, y donde ambos contendientes no muestran ni una mínima habilidad para la esgrima, por lo que afortunadamente salen ambos con vida y pueden continuar su amistad.
Esta práctica de grupos que se reúnen para intercambiar ideas y generar movimientos “revolucionarios” para el arte, se volverá una característica muy común a partir de ese momento. Y la veremos “perfeccionada” con las vanguardias de principios del siglo XX, donde los grupos muchas veces incluso redactarán manifiestos donde dejarán plasmadas y ordenadas sus ideas y su proyecto.
En Café Guerbois, esas reuniones son más bien “informales”. Pero aun sin formalidad ni manifiestos, es allí donde se está afianzando el nacimiento de lo que llamamos “arte moderno”.
Imagen: En el Café Guerbois (1869). Édouard Manet
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