Jules Pascin.
Cuadros Fundamentales para entender la historia de la Pintura.
Zinah con flores (1929). Jules Pascin.
Óleo sobre tela. Colección privada.
Jules Pascin es “El Rey de Montparnasse”.
Cuando imaginamos la vida bohemia parisina de los años 20, con sus artistas de vida desenfrenada y llena de excesos, apasionada y tormentosa a la vez, Jules Pascin es el perfecto ejemplo de ello.
Pascin es parte de ese grupo de artistas, la mayoría exiliados, que pintan en París en el período entre las dos guerras. Un grupo de artistas expresionistas (en su actitud hacia la pintura), pero cada uno con un carácter tan personal, que no generan ni un estilo ni un movimiento en particular. Es el grupo que se denomina Escuela de París.
Las parrandas que organiza o protagoniza bien le valen aquel apodo, ya que es uno de los personajes más prominentes de ese ambiente y más buscado a la hora de la diversión. Es más, el mismísimo Hemingway, en París era una Fiesta, libro emblemático sobre esa bohemia, también considerado como “guía literaria de París”, tiene un capítulo que se llama “Con Pascin en Le Dôme”.
Las fiestas tan divertidas como escandalosas, o sus apariciones en los cafés de Montparnasse con su sombrero de hongo donde va siendo rodeado de amigos y más amigos con los que seguirá una noche de juerga, tienen su contrapunto: la depresión, el alcoholismo, la mente torturada, la autodestrucción.
El tipo de vida que lleva Pascin, y su manera de terminarla suicidándose, nos permiten calificarlo al igual que a Modigliani, Utrillo o Soutine como un “pintor maldito”.
En su obra, el papel protagónico es para la figura femenina. Pinta desde adorables niñas hasta desnudos de prostitutas, su esposa, su amante y jóvenes en actitudes lascivas (que recuerdan en su actitud a las figuras de Egon Schiele).
La crítica de su época no lo considera demasiado y eso lo deprime. Sus obras se venden igual, pero el dinero se lo beben él y sus amigos rápidamente.
En definitiva, Pascin es el símbolo de toda una comunidad artística de una época gloriosa para el arte. Su figura es la de la imagen que se nos representa cuando hablamos del artista bohemio. Los lugares donde se mueve son los escenarios que imaginamos naturalmente cuando pensamos en París. Y, maldito o no, allí él es el rey.
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