Parmigianino.
Cuadros fundamentales para entender la historia de la Pintura.
Virgen del cuello largo (1534). Parmigianino.
Óleo sobre tela. 216 cm x 132 cm.
Galería Uffizi. Florencia, Italia.
Este cuadro es uno de los más representativos del Manierismo, una corriente de transición entre la sencillez, naturalidad y armonía del Renacimiento y la sofisticación recargada y artificiosa del Barroco.
El Manierismo se caracteriza por la intención del artista de mostrar abiertamente su virtuosismo, su estilo (“maniera”), Algunos lo hacen pintando a la manera de los maestros “insuperables”, Miguel Ángel, Leonardo o Rafael, y otros buscan ir más allá, como Parmigianino, rompiendo voluntariamente todas la convenciones para crear algo inteligente, novedoso e impactante respecto de la generación que lo precede.
En el cuadro podemos observar toda la afectación y artificiosidad que emplea Parmigianino para representar una Virgen llena de gracia y elegancia. Llega incluso a ponerle un cuello que más se asemeja al de un hermoso cisne que al de una mujer. Vemos sus proporciones raras y caprichosas, como como sus dedos largos que aún así logran el efecto de la delicadeza.
También podemos observar cómo rompe con la armonía convencional en el amontonamiento de ángeles, que crea un desbalance impensado para la época.
Pensemos cómo esta idea de mostrar un estilo muy personal, novedoso, inesperado, desatendiendo los parámetros de belleza impuestos por los grandes maestros, es algo muy parecido a lo que sucederá (siglos después) en el nacimiento del arte moderno y el alejamiento de la imitación de la naturaleza.
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