Paul Delvaux.
Cuadros fundamentales para entender la historia de la Pintura.
La Venus dormida (1944). Paul Delvaux.
Óleo sobre tela. 173 cm x 199 cm.
Tate Britain. Londres, Inglaterra.
En los cuadros de este artista belga podemos apreciar la fascinación por los escenarios inquietantes del metafísico De Chirico, y por la obra de su compatriota surrealista René Magritte. Influencias decisivas para que Delvaux se convierta en una figura del surrealismo, veinte años después que éste ha comenzado.
Sin ser miembro ortodoxo del grupo, participa en la Exposición Internacional del Surrealismo organizada por André Breton y Paul Éluard en París (1938) y en las muestras que siguen (Amsterdam y México).
La mujer y la muerte (representada por esqueletos) son las dos constantes en la obra de Delvaux. En escenarios nocturnos, páramos oníricos con edificios de arquitectura clásica, mujeres por lo general desnudas miran con miradas vacías, como hipnotizadas. Belleza fría, distante, glorificada pero inasible, inalcanzable, en silenciosas y serenas pesadillas.
En este cuadro, en una ciudad sin tiempo, eterna, Venus descansa junto a un hermoso maniquí y un esqueleto. Un sueño cargado de erotismo latente ¿Será casualidad o Venus está durmiendo sobre una especie de diván de psicoanálisis?
La pintura de Delvaux es precisa, como de un academicismo fuera de contexto, fuera de su época. Y logra así un lenguaje muy personal para transmitir su visión del mundo. Un mundo que proviene del universo del inconsciente, habitado por el deseo y por la angustia de lo momentáneo de la belleza, lo efímero de la vida misma.
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