Francis Bacon y el Papa de Velázquez.
“Seis cuadros. Un concepto”.
Velázquez pinta el retrato de Inocencio X en 1650. Un retrato al que describimos como tan “abrumadoramente lleno de vida”, que inquieta, atemoriza, al punto de que es rechazado por el mismo Papa por resultar “troppo vero” (demasiado real).
Francis Bacon, 300 años después, está obsesionado con el Papa de Velázquez y lo pinta una y otra vez a lo largo de los años. Pinta esos Inocencios “a lo Bacon”, con las características que solemos encontrar en toda su obra: deformados, gritando, reflejando dolor, tormento, angustia existencial.
Esto dice el propio Francis Bacon sobre su fascinación por el retrato de Velázquez: "Es uno de los mejores retratos que se han hecho y me obsesiona. Compro libro tras libro con esa ilustración del Papa de Velázquez, porque sencillamente me acosa y porque despierta en mí toda clase de sentimientos y también, podría decir, de áreas de la imaginación".
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