La caja de Pandora
Historias detrás de las obras de arte
La caja de Pandora (1898). John William Waterhouse
Según la mitología griega, los titanes son los poderosos dioses que gobiernan hasta que pierden la Guerra de los Titanes (Titanomaquia) contra los olímpicos, la nueva generación de divinidades liderada por Zeus.
Los derrotados son encerrados en su mayoría en el Tártaro, el inframundo, una especie de infierno de los dioses. Otros, como la titánides (mujeres) o Prometeo y su hermano Epimeteo, son librados del castigo.
Prometeo termina siendo un protector de los hombres. Y para ellos roba el fuego divino a los olímpicos. Episodio hace estallar de ira a Zeus, quien trama en consecuencia una venganza tan cruel como sofisticada.
Con los demás dioses y diosas del Olimpo, crea a la mujer más hermosa posible, con la intención de seducir, manipular y hacer sufrir a los hombres. Esa mujer es Pandora, que llega como regalo de Zeus a la casa de Prometeo.
También, junto con ella, llega otro regalo: la misteriosa caja, fundamental en este mito, que no debe ser abierta bajo ninguna circunstancia.
Pandora es recibida por Epimeteo, el hermano, que si bien ha sido advertido por Prometeo de no aceptar nada que provenga de Zeus, se enamora perdidamente y se casa con ella.
Pero entre los atributos con los que Pandora ha sido dotada para perjudicar a los hombres, está la curiosidad. Ella no puede resistirse a abrir la caja y así quedan liberados todos los males y sufrimientos posibles que puedan azotar a la humanidad.
Enfermedades, guerras, envidia, dolores, vejez, engaño, vanidad, hambre, locura, tristeza, pobreza. Pandora cierra rápidamente la caja, pero lo único que queda en ella es la esperanza. Por eso los humanos, a pesar de todos los males del mundo, todavía conservamos la esperanza.
A fines del siglo XIX, los pintores prerrafaelitas se refugian con la imaginación en un pasado glorioso y sus temas son fundamentalmente las escenas literarias, históricas, religiosas, mitológicas o de las leyendas de la Inglaterra medieval. Entre esos pintores encontramos a Waterhouse, quien además prefiere que dichas escenas sean protagonizadas por mujeres atractivas, misteriosas, poderosas, encantadoras.
La belleza y esa dualidad de encantos y maldad de Pandora resultan una tentación ineludible para el artista.
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