Jawlensky.
Cuadros fundamentales para entender la historia de la Pintura.
El velo rojo (1912). Alexej von Jawlensky.
Óleo sobre cartón. 64,5 cm x 54 cm.
Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid, España.
Jawlensky es uno de los expresionistas que con más simpleza, tal vez apenas pintando un rostro con pocos rasgos marcados, desata sobre la tela una tormenta de expresionismo.
Es uno de los artistas que llegan hasta el límite en la búsqueda de la fuerza expresiva del color.
Cuando observamos el colorido de una obra de Jawlensky, no debemos pensar mucho para arriesgar que ha sido muy influido por los dos que enseñaron a todo el mundo a utilizar el color: Gauguin y Van Gogh. No nos equivocamos.
Como si fuera poco, conoce a Matisse y expone con los fauves, para luego sumarse en Alemania a un grupo como El Jinete Azul (donde está su amigo Kandinsky), que es expresionismo puro.
Hay dos elementos en su obra que son característicos de la obra del grupo Jinete Azul: la búsqueda de la relación entre los colores y las notas musicales para componer, y la tendencia a la abstracción (recordemos que Kandinsky y Marc, de ese movimiento, están considerados como iniciadores de la abstracción).
Jawlensky combina la fuerza expresiva del color (contrastes violentos que vibran, sacuden al espectador y le transmiten vida, sentimientos, emociones) con la contundencia, la síntesis, de la imagen heredada del arte popular ruso, algo que da un cierto aire de primitivismo a sus figuras.
Parte de la fuerza de sus obras es también otro contrapunto: el temperamento apasionado del artista manifestado en el lenguaje, contrastando con cierto aura espiritual de sus figuras, una paz interior, religiosa.
Eso tiene que ver con su obsesión por la búsqueda espiritual del arte, y con que el elemento principal que rescata de su herencia artística es el ícono (imágenes religiosas sencillas).
A partir de su pasión por esos íconos religiosos, Jawlensky pintará retratos y series de cabezas que nos harán comprender (en un instante y sin necesidad de una explicación que satisfaga nuestro intelecto) la verdadera potencia que se puede lograr con síntesis y unos pocos colores bien contrastados.
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